"Don't talk to strangers"...
...me dijo mi mamá cuando yo era chico. Y anoche entendí por qué.
Me subí al 152 y me senté en el único asiento disponible: uno de esos asientos que están al revés, y que marean a la mayoría de la gente cuando el colectivo está en movimiento. No más de cinco minutos después, me había cambiado a uno de los asientos regulares, adelante de todo. Como es costumbre, éstos son asientos singulares, pero tienen otro asiento en frente de los que están al revés. Casi ni noté al hombre pelado, gordo, chaparro y de piel semi-oscura jugando con un teléfono celular.
Yo, como siempre, estaba absorto en la música que estaba escuchando (Madonna, en ese momento). No estaba vestido como siempre. Debido a que habían planes de ir a bailar a un lugar fuera de lo común para mí, había evitado vestirme con botas, y tenía puestas mis zapatillas.Al mirar hacia adelante, noto de repente, la mirada del señor que estaba sentado en frente mío. Fija, penetrante, mirándome a los ojos. No puedo evitar sentirme incómodo, así que desvío la mirada. Pero él no desviaba la suya. Lo sigo ignorando, hasta que repentinamente siento una mano en mi pierna. Fue muy repentino, puso la mano, y luego la saco rapidamente, como si quisiera llamar mi atención. Miro la mano, luego al hombre, y veo que sus labios se mueven mientras me mira.
- ¿Perdón? - le digo, luego de sacarme el auricular de la oreja, para escuchar que me decía.
- ¿Vos conocés Santa Fé al 5300? - me pregunta, y de repente siento un fuerte olor a alcohol penetrar por mis fosas nasales.
- Eh... ¿A qué se refiere? - le pregunto.
- A si conocés Santa Fé al 5300. - responde.
- Sí, supongo. De pasar con el colectivo, bah. Porqué? ¿Quiere que le avise cuando estemos cerca?
- Sí, por favor.
- Bueno. - le respondo, y me pongo el auricular en la oreja nuevamente. Ni siquiera llego a concretar tal acción, que noto que el hombre vuelve a mover sus labios:
- ¿Conocés Santa Fé al 5300? - vuelve a preguntar.-
Le dije que sí, que yo le aviso. - le respondo, ya con una voz irritante.
- No, pero es que hay un lugar, donde se juegan a las cartas. ¿Lo conocés?
- No, no juego a las cartas. - le respondo, e intento ponerme el auricular nuevamente.
- ¿Y a qué jugás?
- A nada.
- Ah... no sos una persona que juega nada muy sharp, no?
- Me supongo que no. - le respondo, preguntándome a que se refería.
- ¿Y qué haces para divertirte?
Al ver que yo lo miro en silencio, sin saber que responderle, adhiere:
- Por ejemplo, esta noche, a dónde vas?
- A un cumpleaños. - le respondo, y me doy cuenta un segundo después de mi gravísimo error.
- Ah... y dónde queda ese cumpleaños?
- Ehm... no le voy a decir.
- Pero qué es, privado? Dale, dónde es?
- Eh, le dije que no le voy a decir, qué le importa?
- No, nada. Y no podés llevar un invitado?
- No, pero si pudiera, quédese tranquilo de que no lo llevaría a usted.
El señor se queda callado y mira para otro lado (Gracias a Dios!). Pero no por mucho tiempo, mientras estábamos pasando por el puente que corta a Cabildo y Santa Fé, el señor vuelve a tocarme la pierna:
- Y... - empieza a decir, pero yo lo interrumpo.
- Si vuelve a tocarme la pierna, le juro que le voy a poner una mano que no se la olvida en su vida. Ah, y se acaba de pasar de su parada. Bajesé.
El hombre se quedó perplejo por unos segundos, y luego dijo:- Gracias.
Y se paró y empezó a tocar el timbre como un desquiciado, hasta que el chofer le dijo:
- NO SE PUEDE BAJAR ACÁ, NO VE QUE ESTAMOS EN EL MEDIO DE LA CALLE? ESPERE A LA PARADA!!
El tipo mandó una puteada, y luego se bajo en su parada. Lo vi caminando y me imaginé las cinco cuadras que tendría que caminar por haberse pasado. No pude evitar esbozar una sonrisa.
1 Comentarios:
JAJJAJJAJJAJJAJ ay pero que bueno vengarse asi
yo tengo que estar con mucho PMS para contestar asi sin pensar en las consecuencias, soy medio cagona (no se si sera x ser mina)
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